El pasado 7 de febrero de 2020 el poeta
argentino Hugo Mujica visitó la facultad de filología de la Complutense con
motivo de un acto organizado por el profesor Ángel García Galiano. Antes del
acto, María Enriqueta García-Posada, Teresa de Puelles y Gabriel Sastre, alumnas
de Literatura Comparada y Filología hispánica, tuvimos la oportunidad de hablar
con él.
Hemos estado trabajando a partir de tu libro La Carne y
el Mármol y la primera pregunta con la que queríamos empezar esta
entrevista y que quizá estás harto de responder es: ¿Qué es la literatura? Y
para ser más concretos, la plantearemos a partir de tu idea de la literatura
como un accidente del cuerpo y, sobre todo, en oposición a ese imperio de la
razón que limita y concreta todo lo que somos y hacemos. Expuestos
continuamente a estímulos que no dejan espacio a la reflexión individual ¿Cómo
tiene lugar el accidente de la literatura?
Es una decisión, yo no estoy en contra de
nada. La queja es algo que ya tenemos
todos, ya lo sabemos, y seguimos quejándonos. Mientras nos quejamos no
decidimos. No sé si otra época fue más fácil, a mí me ha tocado esta. No me
sirve de nada quejarme o pensar que otra época es mejor. Yo creo que lo que
hace falta es la decisión, apaga el teléfono, ¿Lo vas a hacer? No, pues no te
quejes entonces, y menos culpes. Es una decisión que nosotros no tomamos, y en
cualquier época y en cualquier circunstancia hubo que decidir, eso es lo que
nos falta a nosotros. Hemos cambiado la decisión por la queja, pero son
pequeños pasos que uno toma, pero hay que empezar.
Entonces,
¿situamos la decisión en el silencio y no en el discurso?
Yo el silencio lo puse como ejemplo,
la decisión puede ser aquello en lo que te sientes anhelante en tu vida, el
silencio no es para todos. Hay gente solitaria y gente social, cada uno debe
encontrar su temple anímico, ser fiel a eso y a la escucha de eso.
Al final, ¿qué es lo que nos jugamos sin el silencio?
Con ello entra la posibilidad de que
seas fiel a lo que sientes. Es la escucha de uno mismo, que escucha lo que la
vida le dice a él, de lo que la vida aprende viviéndolo, pero pasa antes del
silencio que se volvió ya como una moneda de cambio, ya todos tenemos la
palabra, está la escucha, el silencio es escuchar, estar abierto y dejar que
las cosas vengan hacia mí.
Hay que olvidarse del momento y
pensar en la realidad dada como está y qué puedo hacer en consecuencia. La
gente que vivió otra cultura, esta cultura tenía una demanda, por ejemplo, los
medievales no estaban controlados por los medios de comunicación, pero no
tenían libertad. todo lo que tenían que hacer estaba codificado, y tenían la
mirada de Dios en todos los momentos del día. Los antiguos vivían bajo la ley
del destino, libertad no hubo nunca, tienes que hacerla tú. Libertad es la
posibilidad que, en las condiciones dadas, hacerla propia y eso, es escuchar.
El silencio no existe, todo es expresividad y, en mi caso, ahí entra la poesía.
Yo comencé a escribir cuando me di cuenta de que las cosas se dirigían a mi
directamente y tomé nota de eso.
¿Y es en ese momento
cuando mediante la poesía entra en juego esa voz, esa carne que reivindicas en
esta obra?
Yo reivindico eso. Ahora estoy
terminando un libro sobre Heidegger que es sobre el temple anímico. Heidegger
es quien toma la línea clásica de que el hombre era: razón, voluntad y
sentimiento. los sentimientos era lo que estaba en contra de la razón y la
voluntad porque no se le podía definir, era lo que había que anular para el
gran mito de la objetividad y Heidegger dice que: el contacto y la primera
comprensión que tenemos es anímica. yo me siento de una determinada forma, y
según cómo me siento, pienso. Incluso dice que la comprensión afectiva que
tenemos es harto superior a la intelectual, porque es la comprensión de que no
está filtrada por la simbolización, y al simbolizar todo se va reduciendo por
necesidad.
¿Es esa comprensión afectiva libre la que tiene que estar al
margen del imperio de la razón?
No te hablo de la inteligencia del
cuerpo. Nosotros no tenemos cuerpo, tenemos una idea de cuerpo. Las estatuas
griegas eran una idealización; ahora no hay gente linda ni fea, hay gente flaca
y gorda. Nunca dejamos de tener un modelo de cuerpo, nunca fue el cuerpo el que
se expresó y, de alguna forma, también sentimos con la piel. Nosotros desde el
principio tuvimos la idea de un cuerpo que se tenía que adaptar a través de la
gimnasia, que era la gran formación de los griegos, a un ideal.
Cuando hablas del cuerpo que no existe (en la Carne y el
Mármol), hablas de la acción. Del cuerpo que es constante cambio, carne que
cambia. Lo más verdadero, no nos enseñan a escucharlo. Esto es un problema,
¿no?
Está continuamente expuesto a lo
público por un cuerpo que siempre fue relegado, el gran obstáculo. Lo heredamos
con el platonismo, el cuerpo como la cárcel del alma. Alma que tiene que ser
desencarnada.
¿Crees que esta desconexión del cuerpo es, en parte,
responsable de los problemas de salud mental que tenemos actualmente?
Uno siempre tiende a pensar que
nuestros problemas son los más graves que ha habido. Antiguamente no se seguía
un registro tan exhaustivo de enfermedades mentales. Actualmente el problema
proviene de las mega ciudades, y de cien mil cosas más, no solo del cuerpo.
Pero si, nosotros estamos desconectados del cuerpo, la problemática es que el
cuerpo también necesita traducción. Cómo tener una comprensión o una
conceptualización capaz de fluir con la ambigüedad del cuerpo. Nosotros tenemos
siempre conceptos rígidos nada más, por ahí quizás la poesía sea uno de los
lenguajes, más o menos, flexibles, que no definen, sino que tantean, apalabran
en vez de decir la palabra. Ahí habría una cierta configuración.
Sin embargo, dentro de todas las artes, la poesía es la que
justamente hace uso de la palabra. Podríamos hablar de la danza, donde
solamente resalta el movimiento, o la música, que juega con otros sentidos del
cuerpo, pero tú justamente has escogido la poesía en la que tienes que jugar
con los propios límites de la palabra.
Todo tiene límites, solo nosotros
tenemos la arrogancia de pensar que no hay límites. Yo tengo un ensayo en el
que me planteo que soy discípulo de las palabras, precisamente porque, aunque
nosotros tendemos a decir que la palabra falla en decir las cosas (crítica del
lenguaje), la palabra está hecha para enseñar en el sentido técnico de hacer
señas, la palabra señala por dónde van las cosas. Nosotros hemos hecho un mundo
rígido, pero no es una carencia de las palabras, la palabra respeta el misterio
de la realidad, no es un límite de la realidad. El límite sería pensar que la
palabra tendría que agotar lo que nombra, si le quitas esa pretensión, la
palabra es lo que es, es un hacer señas. Vivimos en una ambigüedad que es una
riqueza.
Habría que aprender a acoger esa ambigüedad… ¿La lógica de
lo ilógico?
La lógica está bien, pero la lógica
tiene su área. La problemática es que la hemos puesto como aduana de definir lo
que es cierto o lo que no es cierto. El problema es que en occidente nos fue
tan bien con la lógica, y tenemos cosas maravillosas gracias a eso. Sin
embargo, nos fue tan bien en esa línea que empezamos a invertir todo nada más
que en eso, y no es que eso no valga, pero nos engolosinamos con el aspecto técnico
que manejamos tan bien. Para ello, solo necesitamos un aspecto del
funcionamiento de la cabeza, por así decirlo, y se fue esfumando el resto.
¿Crees que quizá Occidente es un poco egocéntrico?
Occidente es por antonomasia, si
recogemos todas las mitologías, la única que pone al hombre como centro del
mundo. El mundo es creado para la humanidad, y está en mandada a dominar. Es un
mito muy antropológico y machista, no es la esa palabra no existía. Es la
denegación de la mujer en el sentido de la tierra. Los pueblos que rodeaban a
Israel eran todos agrícolas; todos adoraban a la tierra. Israel lo que necesita
para tener un dios único es que, la mujer, que da la tierra, no sea diosa y ahí
aparece uno de los pocos mitos en los que la mujer nace del hombre. Después con
la ley adelante y todos deben seguir la ley de los patriarcas. Ahí desaparece
también gran parte del cuerpo.
¿El cuerpo se pierde con el mito?
Depende cual mito, pero ahí aparece
el hombre como centro, mientras otras empiezan con los dioses.
¿Y qué propuestas ofreces ante todo esto?
Para mí, la gente tiene que generar
sentido. Nietzsche tiene las tres invenciones del espíritu: el camello, el león
y el niño. El camello es la ley, tú debes, el que carga con la ley y la
tradición. En un momento aparece el león y se revela es el ``yo quiero´´ y se
pelea contra el camello. Entonces, dirá Nietzsche, que mientras están peleando
están al mismo nivel, uno depende el otro. El otro es el niño que se identifica
con el ``yo soy´´ y es el creador; puedes estar en la pelea o puedes crear. Si
decides crear tendrás un espacio de libertad en el medio de los que están
peleando.
Para ir acabando, ¿podría nombrar algún referente a lo largo
del siglo XX de la literatura hispanoamericana?
Primero te diría, fuera de la
pregunta normal, mi influencia no es literaria: primero, yo escribo básicamente
a través de escuchar música; segundo, sobre mi escritorio tengo una lámina que
la tuve colgada por años que era mi modelo para vivir, y ahora lo tengo como mi
modelo para escribir, que es un cuadro de Morandi; tercero, el cine, y, en cuarto
lugar, la literatura. A mí me interesa la creatividad, ahora tuve una
experiencia muy fuerte de hacer teatro. Mi droga es ese momento en que algo que
no era, es. Bueno, desde hace muchos años, es la literatura. Te o digo para
salir de este cliché de que todo escritor tiene que ver con la escritura. Pero,
yo, si te tuviera que decir quien es mi dios, es Rulfo.
¿Por qué Rulfo?
¿Y por qué Kafka? Y yo te diría:
``por Kafka´´. Cuando uno llega a un lugar donde es él, Rulfo es una cosa ahí
que apareció que, escribió dos libros. Es llegar a ese lugar donde no hay que
explicar. Para mí, la página más increíble de toda la literatura del mundo es Ante la Ley, esas veintisiete líneas de
proceso, en donde está ese tipo ahí, y es como que, lo lees, y te quedas ahí.
No hace falta pensar, y menos aún entender. Quiero decir, realmente no se
entiende por el exceso que hay de contenido.
Es curioso que hables de esto con alumnos de literatura, y
en cuanto a este respecto queríamos preguntarte: tú que has afirmado antes que,
en ocasiones, no hace falta entender para disfrutar de la obra, ¿cómo te
sientes la Teoría de la Literatura?
Se puede entender, pero es otra
comprensión. Cuando terminas un libro, no deberías decir qué entendiste, sino
qué te pasó. Yo ahora estoy escribiendo este libro que es sobre Heidegger, yo
me doy cuenta de que estoy escribiendo una novela. Me doy cuenta, de que tal
cosa no la quiero adelantar, la voy a poner después. Entonces, yo estoy
contando un cuento, con nombres importantísimos. Es una forma de contar, de
alguien que está comprendiendo, y usa un lenguaje filosófico, más tarde
poético.
Piensa en lo cuántico. Lo cuántico
era algo que está sabido, lo sabía la filosofía. Lo que hacen, en un momento
donde la legitimación es la ciencia, vuelven a contar el mismo cuento. Cuenta
que no sabemos, el relato de la creación es, la creación de un relato.
Técnicamente hay un abismo, sale un aliento y dios habla ¿Qué quiere decir?
Cada vez que abrimos la boca, y decimos algo, empieza una creación. Es un
relato del lenguaje en el origen.
¿La literatura es algo natural que sale del cuerpo?
Hay algunos que somos profesionales
de eso. Para mí, en un libro tiene que reflejar lo que el autor está diciendo.
Yo cuando escribo un libro me planteo que le pase algo al lector, no que
entienda lo que le pasa a Heidegger. Si va a pasarle algo con el libro. Para
mí, un libro es generar un acontecimiento; por eso, Dionisio, que es uno de mis
libros, tiene una espacialidad diferente. En este caso, va con párrafos en cada
lugar. Cuando yo escribía en capítulo sobre la danza en Dionisio, lo escribía
siguiendo el ritmo con la mano, porque para mí, cada libro es una obra, no es
un libro. Es generar un acontecimiento.
Y eso es algo que tiene en común con otras formas
artísticas.
Absolutamente, yo tengo un ensayo en
un libro en el que hay un rabino muy bello, y siempre hablan sobre su belleza.
En otro momento, otro rabino escribe y pregunta si queremos saber la belleza
del primer, y nosotros pensaríamos que lo describe, pero dice: ``tienen que
agarrar una granada, la ponen al sol, y cuando dé el primer destello, así era
la belleza del rabino´´.
Eso es lo que hay que creer, la
chispa. El libro tiene que ser ese acontecimiento.
Un escritor, para conseguir ese acontecimiento, conectándolo
con lo que hemos hablado antes, tiene que conectar consigo mismo.
Con todo.
¿Y el lector igual?
Tu cuerpo no es nada más que tu
cuerpo, es donde empiezas, no donde terminas, Tu cuerpo como vulnerabilidad de
ser afectado, porque vos hablas de tu cuerpo como una relación de vos con tu
cuerpo. Tu cuerpo es la capacidad de acoger, la vulnerabilidad te hace sensible
y lo sensible es lo que sentís, y lo que sentís es el sentir.
Al final es un espacio abierto.
Donde somos.
En La carne y el Mármol, hablas mucho de Francis
Bacon y de su focalización en la boca como la parte del cuerpo que está dentro
y a la vez fuera, siendo así de gran interés artístico para la expresión de
fuerzas. No sé si esa obsesión con la boca también es tuya.
Yo soy más de oído, me parece que el
oído es lo más vulnerable, en el sentido de que, no tiene párpados. No puedes
cerrar los oídos, es la disponibilidad con la que nacimos.
Muchas gracias.
A vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario